El hombro congelado, también conocido como «capsulitis adhesiva», es una patología que se caracteriza por rigidez y dolor en la articulación del hombro. Por lo general, los signos y síntomas comienzan de forma gradual, empeoran con el tiempo y luego se resuelven, generalmente en un plazo de uno a tres años, dejando limitación de movimiento.
Existen ciertos factores que pueden incrementar el riesgo de tener hombro congelado.
Es más común en las personas mayores de 40 años y en mujeres.
Las personas que han tenido inmovilidad prolongada o movilidad reducida del hombro tienen un mayor riesgo de desarrollar hombro congelado. La inmovilidad puede ser ocasionada por una lesión del manguito rotador, fracturas o traumatismos.
Las personas que tienen ciertas enfermedades son más propensas a desarrollar hombro congelado. Entre las enfermedades que podrían aumentar el riesgo se incluyen las siguientes: Diabetes, glándula tiroides hiperactiva (hipertiroidismo), glándula tiroides hipoactiva (hipotiroidismo), enfermedades cardiovasculares y enfermedad de Parkinson.
El diagnóstico del hombro congelado se realiza por los signos y síntomas que se encuentran en la exploración física. La amplitud de movimiento pasiva como activa se encuentra limitada, la rotación externa del hombro es la más afectada.
El tratamiento conservador se basa en analgésicos de venta libre, como el ibuprofeno, paracetamol u otros. Estos pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación que se presentan con el hombro congelado. La terapia física consta en ejercicios para recuperar la amplitud de movimiento del hombro.
La mayoría de los casos de hombros rígidos mejoran por sí solos dentro de los 12 a 18 meses. Para los síntomas persistentes, te puedo sugerir: